EDITORIAL
Cuando se publican los resultados de las encuestas
acerca de lo que más preocupa a los españoles, los temas que ocupan los
primeros puestos en esos listados suelen ser el paro, la situación económica
–particularmente en lo que afecta a la vivienda–, el terrorismo y, últimamente,
también el cambio climático.
arece pues, que la educación sea
algo prioritario para la población en general. Quizás muchos puedan pensar que
eso de la educación sólo debe preocupar a quienes tengan hijos y siempre que
éstos sean aún pequeños… Un gran error porque la educación es la base que
podría solucionar algunos de esos otros problemas que sí preocupan a la mayoría
de la gente.
¿Cuándo un tema relacionado con la educación pasa a
las primeras páginas de la actualidad? Lamentablemente en momentos puntuales y
asociados con la polémica o el oportunismo. Nada que ver con la labor
continuada y paciente que supone educar.
Saltamos a la prensa a comienzo de curso por lo caros
que resultan los libros de texto, el material escolar…, o cuando comienzan las
vacaciones, por el problema que se les origina a las familias cuando tienen a
los niños en casa… La televisión se ocupa de la polémica entre los partidos
políticos acerca de tal o cual asignatura, de alguna manifestación de protesta
por una u otra reforma, de los datos de algún informe –casi siempre
intencionado– sobre los resultados de la evaluación a nuestros escolares… A
veces Internet se satura con imágenes de violencia escolar (¿es violencia
escolar o es la violencia general que también afecta a la escuela?) o con
noticias de acosos, de suspensos masivos o improcedentes…
Nadie se hace eco de los pequeños logros diarios, del
avance lento en el camino de la formación y de la adquisición de conocimientos
y valores en tantos (niños o no tan niños) educandos…
¿Es posible que la educación preocupe tan poco y a
tan pocos? Pero quizás sí sea así y haya
que dar un toque de aviso a todos, en especial a los más directamente
implicados: los padres.
Se nos repite frecuentemente que para educar un niño hace falta la tribu entera, queriéndonos
recordar así que es necesaria la colaboración de todos para que los resultados
en educación sean los que todos deseamos. Pero habrá que recordar que el papel
principal en esto corresponde a los de casa; que los demás echan una mano, cada
uno desde su ámbito de competencia, pero que la mayor parte de las decisiones
acerca de la educación se toman en la familia…
Llama la atención la cantidad de
campañas que desde distintos organismos e instituciones se dirigen a las
familias: sobre una alimentación adecuada, sobre la prevención del consumo de
drogas, sobre los juguetes que regalamos, sobre la animación a la lectura, sobre
el respeto a las normas de seguridad en el tráfico, sobre… Estos aspectos se
viven, fundamentalmente, en la familia y es ahí donde deberían adquirirse la
mayor parte de hábitos con ellos relacionados. Aparte están los centros de
salud, los colegios, las bibliotecas, las escuelas deportivas… que
completarán y complementarán la labor de la familia, pero que nunca deberán
suplirla.
Los padres deben recuperar su papel, su
importantísimo papel, en lo que se refiere a la educación de sus hijos y para
ello pueden y deben contar con la colaboración de cuantas personas e
instituciones estimen necesario, pero no deben olvidar lo importante que son
para sus hijos las decisiones que ellos toman. Educar no es fácil pero sobre
todo no es tarea que se pueda dar por finalizada nunca. Mientras que vivamos nos
estaremos educando, formándonos para nuevas situaciones y la de ser padres es
una de las más exigentes, de ahí que sea necesario, para quienes quieran
ejercerla bien, formarse para ello mediante lecturas, asistiendo a charlas o participando
en escuelas de padres….
Creyéndose muy modernos, algunos padres
dieron en repetir que ellos, sobre todo, eran amigos de sus hijos. Por
supuesto, no van a ser sus enemigos… pero
sobre todo han de ser sus
padres.
A sus hijos no les será difícil tener
amigos, muchos amigos, buenos amigos, pero sólo ellos serán sus padres, sus mejores
padres, sus únicos padres.
Ana Isabel
Rosas García